Para sobrevivir, tienen que aceptar lo que más desprecian…
en sí mismos y en los otros.
Mitch Turner es todo lo que una mujer quiere en un hombre –
carismático, exitoso, mortalmente guapo. Excepto que él no es un hombre, es un
monstruo.
La única manera en que Mitch puede proteger a otros de su
lado monstruoso es detenerlos de acercarse demasiado… eso y una jaula de 7x7 metros.
Aislado por su maldición genética, se pasa la vida hiriendo emocionalmente a la
gente, alejándoles antes de que Hyde pueda hacerles daño físico. Pero, después
de una noche del mejor sexo que Mitch alguna vez tuvo, se da cuenta de que
podría ser imposible. Excepto que la mujer con la que estaba clama que no
recuerda nada de eso.
Eden Colfax es todo lo que un hombre quiere, hombres que no
sean Mitch, eso es. Ella es amable, honesta hasta la exageración y
asquerosamente dulce. Para deshacerse de los monstruos que rondaban su infancia
rota, Eden no miente, no maldice y definitivamente nunca se despierta desnuda
en camas de extraños… hasta el día en que lo hace.
Luego, los flashbacks comienzan, lugares en los que nunca ha
estado, gente que nunca conoció, sangre que nunca derramó. Descubre que está
dividida en dos partes, la mujer que pensaba que conocía y otra que es capaz de
todo. Y la única persona con las respuestas es el único hombre que no quiere
volver a ver.
Lo que ninguno de ellos sabe es que alguien los está
mirando, manipulándolos, determinado a ver lo malos que ambos en realidad son.
Y cuando la verdad comienza a filtrarse por las grietas, dejándoles ningún
lugar al que retroceder pero sí a ellos mismo, se verán obligados a una
asociación que no habían esperado.
Porque en la vida, en quien confías es más importante que lo
que tú eres. Y cuando ni siquiera puedes confiar en ti mismo, a veces la única
persona en que puedes confiar es la última persona en la tierra por la que
estarías colado.
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