Cada década los monarcas del mundo y sus herederos se reúnen
secretamente para discutir la política global, cuestiones sociales y arreglar
matrimonios entre reinos.
Puede que Elsa sea la princesa heredera de Vattenguldia,
pero encuentra todo eso arcaico y desagradable. Aunque quiere lo que es mejor
para su país, no va a meterse en una relación no deseada —mucho menos en una
boda—, con un desconocido total. Por supuesto, sus sentimientos importan poco
para sus padres, cuyas maquinaciones y tratos sobre pactos comerciales y
alianzas logradas a costa de ella comienzan en el momento en que ponen un pie
en California para la Cumbre. Así que cuando se encuentra con uno de la realeza
deslumbrantemente hermoso, no duda en decirle que no hay forma en la que vaya a
casarse con él.
Christian es muy feliz de estar de acuerdo: sin matrimonio.
Como el Gran Duque heredero de Aiboland, su principal objetivo es pasar la
cumbre sin que le impongan una novia. Razón por la cual sugiere que se ayuden a
defenderse de prometidos potenciales. Sin embargo, a medida que Christian va
conociendo a Elsa, se da cuenta de que tienen mucho más en común que solo sus
sentimientos sobre el Mercado de Matrimonios Reales. Solo que no puede
enamorarse de ella, porque reales o no, no están destinados a estar juntos.
Elsa y Christian tendrá que evaluar los asuntos del corazón
contra los del estado y la corona, y decidir si la tradición prevalece sobre el
amor o no.
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